Amor o ilusión
Por Jesús García Jiménez

Hace algunos días iba paseando por uno de los magníficos parques de esta ciudad, que en conjunto cumplen perfectamente la labor de desmentir el mito infundado de que es una urbe fea y desordenada, y a la salida del mismo me topé con una pintada en un augusto y macizo muro de piedra, de esos que ya no se construyen y sobre los que se ha escrito la historia del mundo con tinta invisible pero indeleble. El autor del grafiti no se había esmerado demasiado en cuidar el trazado de las líneas que conformaban las letras del texto, pero aún así, el mensaje quedaba claro. Podía leerse, en inglés, esta frase tan célebre y que tanto se ha pronunciado en los últimos años: love is what moves the world. Esta locución, traducida a la lengua de Cervantes, dice que el amor es lo que mueve el mundo, y es parte de un fragmento más amplio extraído de una de las novelas de Stephen King, The Stand (La danza de la muerte, 1978), en la que el autor cita textualmente: “El amor es lo que mueve el mundo. Es la única cosa que permite a hombres y mujeres seguir en pie en un mundo donde la gravedad siempre parece estar queriendo derribarlos, llevarlos hacia abajo, hacerles arrastrarse”. A nadie -o casi nadie- le cabe la menor duda de que efectivamente el amor es un sentimiento poderosísimo con una fuerza irrefrenable, capaz de dotar a las personas de una voluntad lo suficientemente grande como para completar gestas antes inimaginables. Amor… amor, una palabra tan cargada de sentido y tan carente de él, una palabra tan mal utilizada, enredada, manoseada y diríase que incluso ultrajada. Porque, últimamente, se confunden demasiadas cosas con el amor.
Para todos aquellos que me honran con la lectura de mis escritos, saben de mi afición por reflexionar, por cuestionarlo todo -o casi todo-. Pero, ¿por qué? ¿y si no es tal que así? ¿qué pasaría sí?... son algunas de las preguntas que suelo hacerme con frecuencia acerca del mundo que me rodea y me tiende sus manos, según en qué ocasiones cálidas como el regazo de una madre o frías como un lúgubre mausoleo. ¿Por qué tiene que ser amor? ¿y si no es amor? ¿y si vivimos en la creencia errónea de que el amor existe? ¿puede haber algo que sea lo que realmente mueve el mundo y no es precisamente eso llamado amor? Difícil cuestionarse todo esto, y es algo que sin duda levanta debates y pasiones encendidas dado que vivimos en la creencia firme de que el amor no solo existe, sino que lo hace en infinidad de variantes: el hombre ama a la mujer y la mujer al hombre en un amor pasional, ardiente, sentimental, capaz de poner patas arriba una vida y hacer que la existencia cobre sentido; el hombre ama las artes y las ciencias, las venera y les rinde pleitesía dedicándole su tiempo, esfuerzo y dedicación, y a cambio las primeras nos regalan algunos de los espectáculos e imágenes más asombrosos y sublimes que puedan penetrar por la retina del ojo humano, y las segundas nos desvelan los secretos de por qué el mundo es mundo y nos guían a través de un fascinante viaje de descubrimiento por el universo, dotando de luz y claridad a sus enigmáticos e incomprensibles entresijos; los padres aman a los hijos, embargados por un sentimiento de una intensidad tan extraordinaria que es capaz de ridiculizar y avergonzar a la brutal e impetuosa fuerza del agua que en su empuje despedaza robustos muros de hierro y hormigón, o de humillar al vómito incandescente de un volcán que todo lo arrasa en su violenta y furiosa carrera por las abruptas laderas sobre las que se precipita; el hombre religioso ama a Dios, en su ansia ignorante de ponerle nombre a lo que tan solo habita en su pecho, siempre con sus ojos tapados con la venda del fanatismo, ese fanatismo que ha armado ejércitos y ha declarado guerras en nombre del amor, que ha frenado el avance del conocimiento y que en tanta oscuridad y tinieblas ha sumido al pueblo llano en sus perniciosos y funestos años de existencia.
A partir de aquí quiero que usted, que lee estas líneas, reflexione conmigo, y para ello repetiré una de las preguntas que planteé más arriba. ¿Y si no es amor? Quizá solo sean sentimientos encontrados que empujan a creer que el amor existe, una vorágine de sensaciones y afectos confusos que consumen la psicología humana haciéndola caer en el error de un imposible, en la suposición de algo que ni siquiera existe en la mente humana. ¿Puede haber ilusión sin amor? Parece claro que sí, que se puede dar esta circunstancia y en no pocas ocasiones, ya que la ilusión puede estar albergada en el deseo de hacer un ansiado viaje, por cumplir metas, por emprender nuevos proyectos, trabajos, etc. sin necesidad de que se ame ese trabajo, esos proyectos o el lugar de destino de ese viaje que promete tantas sensaciones y diversión. Ahora bien, ¿puede haber amor sin ilusión? Razonando objetivamente, no parece probable que ningún amor, independientemente de su naturaleza, pueda cobrar sentido alguno sin el amparo de la ilusión. El amor sentimental entre el hombre y la mujer se basa en la ilusión por una vida juntos, en el deseo vehemente que impregna cada segundo por ver a la otra persona, por estar junto a ella y ver cómo, en su compañía, el tiempo marcha a la velocidad de luz y las horas se convierten en instantes; el amor a las artes y las ciencias se basa en la ilusión contenida en la creatividad y la inspiración, en la posibilidad de descubrir y conocer todo aquello que hay más allá de lo que se muestra a simple vista; el amor de unos padres se basa en la ilusión por ver crecer a sus hijos, en las esperanzas albergadas ya no solo en la propia vida, sino también en las vidas de esos seres que aparecieron dándole un nuevo sentido a la realidad, que vinieron para ampliar los horizontes de sus ilusionados padres, haciendo de los suyos los de ellos, uno solo; y qué decir del amor a Dios, movido claramente por la ilusión y la esperanza de la salvación eterna en el día en que suenen las siete trompetas y caiga sobre la humanidad la implacable ira del Todopoderoso -más que merecida, diría yo-. Por lo tanto, ¿es el amor una ilusión? ¿son lo mismo? No hay amor sin ilusión (¿o sí?), y en consecuencia, el amor es un tipo de ilusión, más intensa si quiere llamársele así, pero nada más que eso.
No obstante todo lo dicho, es inevitable reflejar aquí una pregunta que seguramente usted ya se habrá planteado y para la cual tiene incluso una respuesta razonada: ¿son sentimientos distintos pero inseparables? Bueno, podría pensarse, con cierto fundamento, que el amor y la ilusión son diferentes y hasta podrían no ir de la mano. Pero entonces, y suponiendo que así fuera, surgirían otros interrogantes no menos peliagudos y enrevesados que los propuestos anteriormente. Imaginemos que, efectivamente, son sentimientos diferentes. Entonces, ¿cuál de ellos es más potente? ¿cuál tiene más fuerza? O dicho de otra manera, ¿qué es lo que mueve realmente el mundo, el amor o la ilusión? Si pudiésemos preguntar a la escritora británica Virginia Woolf, ella seguramente diría que la ilusión, porque como dijo una vez, “el amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la ilusión”. El amor… es una ilusión.
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Hola Jesús,
Veo que sigues en tu idea de que el amor no existe. Espero poder hacerte cambiar de idea. En primer lugar decirte que no creo que precisamente el amor mueva el mundo. Si eso fuera así, no existirían las guerras, los malos tratos, el racismo, la homofobia, la senofobia….
El mundo lo mueve el poder, el dinero, la ambición, el egoismo.
En segundo lugar decirte que amor e ilusión son dos cosas distintas e incluso podría decirse que antagónicas.
Amor es cuando estarías dispuesto a dar tu vida por la de otra persona. Amor es querer la felicidad de la otra persona aunque no sea contigo. El amor no se acaba nunca, aunque acabe la relación. Cuando hay amor, no hay celos, ni desconfianza, ni intereses, ni egoísmo y existe el perdón. El amor se basa en la búsqueda de la belleza interior y se da a cambio de nada.
La ilusión es efímera y fugaz y no dura en el tiempo. La ilusión se basa en la búsqueda de un interes, de un provecho. Solo es una atracción física y cuando nos deja de interesar el físico, se termina la relación.
A tu pregunta de ¿Que mueve el mundo, el amor o la ilusión? Está claro que la ilusión.
Aquí te dejo una frase para que la reflexiones:
El amor no es aquello que queremos sentir, es aquello que sentimos por querer.😉
Hola María,
Gracias por leerme y por tu comentario. Pero esta vez he de decirte que difiero contigo en algunos puntos. El mundo lo mueve la ilusión, al menos en eso estamos de acuerdo. Y también el poder, el dinero, la ambición y el egoísmo, como tú bien has dicho.
Con que el amor y la ilusión sean cosas distintas no puedo estar de acuerdo. Y mucho menos con que sean antagónicos. Sin ilusión no hay amor, es decir, es necesaria la primera para que exista el segundo. De hecho, cualquier tipo de amor, sea de la naturaleza que sea, se apoya en la ilusión, si no, no podría existir.
Tampoco puedo estar de acuerdo con tu afirmación de que el amor no se acaba nunca. El amor se acaba, tiene fecha de caducidad. Otra cosa es que haya amores que duran para siempre, que los hay, pero hay otros muchos que se terminan, y más si cabe en los tiempos en los que vivimos, y en la sociedad decrépita en la que estamos integrados.
Y por último, no creo que todas las ilusiones sean efímeras y fugaces. Hay ilusiones e ilusiones, unas duran unos instantes, y otras duras años o incluso una vida, aún basándose en la búsqueda de un interés o de un provecho (que en el caso del amor, es decir, la ilusión que acompaña al amor, no creo que sea así). Hay muchos tipos de ilusiones, y algunas perduran en el tiempo.
Aún teniendo diferentes puntos de vista, tu comentario me parece excelente y bien razonado. Gracias otra vez por leerme María, es un placer para mí tenerte por aquí. Nos seguimos 😉
Me han gustado las reflexiones de tu artículo. Por mi parte yo veo (aunque no me guste verlo así) que el amor es una reacción química innata del organismo para cumplir uno de sus tres fines fundamentales: la procreación. Los otros dos fines son la supervivencia y el aprendizaje para la transmisión de conocimientos. (PD. ¡Tiene gracia que esto te lo diga un poeta!)
Buenas tardes Vicente,
Gracias por su fantástico comentario, cargado de razón científica.
(PD. El ser poeta no quita que no se pueda ser objetivo y ver la realidad tal cual es).
Y enhorabuena por su blog, muchos de los artículos son realmente interesantes y curiosos.
Un saludo y gracias otra vez, estamos en contacto.
Hola de nuevo Jesús!!
Hacía mucho tiempo que no te leía en tu hermoso blog. Realmente he estado con muchísimo trabajo, lecturas y correcciones pero he decidido hacer una pausa para entrar y leer tus dos últimos microrrelatos que por cierto son muy interesantes. Deberías organizar un meet para debatir estos temas tan jugosos cara a cara 😉😉
Volvamos al hilo de la cuestión entonces. Creo que el hecho de reflexionar, de cuestionar, de preguntar o repreguntarnos entorno a ciertos temas tan difíciles de abordar y con tantas aristas hace que nos encontremos frente a múltiples opiniones y respuestas.
El amor, el amor ….
¿Que sería de nosotros sin esa ilusión, ese sentimiento, ese sentir, esa pasión, ese estado de conciencia e inconsciencia a la vez que muchas veces nos hace olvidar en donde estamos y lo que sucede en el mundo?
Se ha muerto por amor, se ha resucitado por amor, nos hemos reconstruido por amor…
Amo amar, amo vivir con ilusión, con pasión. Elijo no plantearme tus acertadas preguntas porque también me encontraría frente a muchos dilemas.
Elijo también romantizar la vida, el amor, la ilusión con el solo propósito, tal vez, de sentir que estoy viva y que aún no he perdido el deseo de hacer y sentir junto a otra
persona.
Te sigo leyendo Jesús
Beso
Karen🦋
Hola Karen,
Muchas gracias por tus amables palabras, es un privilegio para mí que alguien como tú se tome el tiempo de leerme.
Respecto de las preguntas que has elegido NO plantearte, estoy seguro que pese ello, te las has planteado en algún punto de tu vida e incluso has hallado alguna respuesta.
Un saludo Karen, y gracias otra vez.
Cuídate, nos seguimos 🤗🙋🏼♂️
Jajaja uno no deja nunca de plantearse preguntas, de tener dudas y miedos.
Sin lugar a dudas es así como lo describes Jesús.
Cariños,
Karen
🦋💐🦋
Hola Karen,
Yo no quiero dejar de plantearme preguntas, de tener dudas y miedos, como dices. Porque si eso pasa, será que me habré convertido en un cascarón sin alma ni conciencia. Y no quiero que me ocurra eso. Prefiero saber y conocer, aunque con ello sea menos feliz, que la ignorancia manipulable y debilitadora.
Saludos y nos vamos siguiendo, 😉