Antagonistas
Por Jesús García Jiménez

Hace pocos días que terminé de leer la serie de novelas Las aventuras del capitán Alatriste, obra del siempre prolífico Arturo Pérez-Reverte y que recomiendo por lo interesante de sus líneas, en las cuales se alterna de forma amena y hábil la aventura, la historia, la tragedia y las situaciones cómicas, todo ello salpicado de certeras reflexiones filosóficas que de ningún modo dejan indiferente al lector. Pues bien, durante el desarrollo de toda la saga, el capitán Alatriste, que es el protagonista y héroe, hombre duro y frío pero recto y de fuertes códigos morales, no pierde nunca de vista a Gualterio Malatesta, que es, en contraposición, el villano sin escrúpulos al servicio de los malos y el gran antagonista de Alatriste. Y es que el antagonismo es un recurso muy empleado en cine y literatura, es lo que proporciona el juego, digámoslo así, para construir una buena historia marcando una línea divisoria clara entre el bando bueno -generalmente el protagonista- y el bando malo -el antagonista-. Es más, difícil es encontrar alguna obra cinematográfica o literaria en la que no se pueda distinguir claramente estos dos elementos, algo lógico teniendo en cuenta que los escritores y guionistas son, al fin y al cabo, humanos, y su perspectiva de la vida y de las situaciones que ésta alberga viene sesgada hacia la creencia -seguramente alimentada por la experiencia- de que existe, y necesariamente debe de ser así, lados opuestos y antagónicos que han de estar enfrentados el uno al otro librando una ardua batalla por prevalecer sobre todo lo demás.
La Real Academia Española define al antagonista como un “personaje que se opone al protagonista en el conflicto esencial de una obra de ficción”, y más genéricamente como una “persona o cosa opuesta o contraria a otra”. Basta con un rápido análisis, o ni siquiera eso, más bien basta con una rápida ojeada para ver que todo lo esencial que nos rodea tiene su propio antagonista. La primavera nos envuelve con sus cálidos abrazos, estamos en esa estación del año en la cual la Naturaleza nos regala vida en forma de flores alegres y coloridas, aromas seductores del campo y tardes placenteras que invitan a pasear y a deleitarse con los agradables acordes del canto de los pájaros, todo ello conformando un mundo de sensaciones que se desliza por nuestros sentidos para llevarnos a ese estado de grata satisfacción que podríamos llamar felicidad. Pero la hermosa y amable primavera llega detrás del crudo y frío invierno, y en las ciudades el melodioso gorjeo de los pájaros que revolotean alegres por entre la arboleda de los parques urbanos, a menudo convive con el ronco y exasperante ruido del intenso tráfico que fluye por las arterias de la urbe. Cuando quiera que esté usted leyendo estas líneas, sea de día o de noche, habrá un antagonista -el día o la noche-; cuando quiera que esté usted disfrutando del Sol -o de la Luna- habrá un antagonista; cuando quiera que esté usted observando la grandeza y majestuosidad infinita del cielo azul, habrá un antagonista en las lejanas y misteriosas estrellas que siembran de puntos luminosos el manto oscuro de las sombras, ya sea sobre la tierra firme o en la mar océana, que por cierto, también son antagonistas.
¿Pueden existir el uno sin el otro? ¿la una sin la otra? Piense usted qué ocurriría si a los ejemplos a los que me he referido anteriormente, que son tan solo unos cuantos de una lista casi infinita, se les arrancase su par. No parece posible. Se me ocurre, improvisando mientras vuelco en el papel estas reflexiones, otros dos grandes antagonistas: los problemas y las soluciones, algo de lo que, sin temor a errar demasiado, podemos afirmar que se trata ni más ni menos que del fundamento y el principio de la vida. Qué sería de nuestra existencia, de nuestro día a día sin los problemas, ¿verdad? Porque es de los problemas de donde surgen las soluciones, y es para obtener estas últimas que hay que hacer gala, a veces, de todo el ingenio, temple y sangre fría de la que se dispone en el momento en cuestión. Ahora bien, ¿es el antagonismo un problema en sí mismo que hace la vida más difícil o por el contrario es necesario para poder soportarla? ¿es algo así como un engranaje fundamental en el mecanismo de la vida? El filósofo y estadista japonés del siglo XII Yoritomo Tashi dijo que “el antagonismo crece en todas partes donde se manifiesta la vida. En la lucha eterna entre el alma individual y el alma social”. Porque el ser humano se halla en una encrucijada eterna plagada de dilemas y disyuntivas, momentos cruciales que requieren de la acción del sentido común y la prudencia para evolucionar, progresar y encarar la siguiente coyuntura, haciendo por ende de los antagonismos y de los antagonistas, como ya dije, el engranaje fundamental en el mecanismo de la vida que mueve las piezas de la diversidad y la posibilidad de elegir, de enfrentarse a lo desconocido y arrojar luz sobre las sombras.
Nosotros no somos más que los actores, los personajes que actuamos en esta obra de ficción escrita por la mano del destino en la que siempre, desde una perspectiva u otra, somos protagonistas o antagonistas, y llevamos dentro la lucha eterna entre el alma individual y el alma social, entre el sentimiento egoísta y las ideas o principios colectivos que la sociedad, unas veces con acierto y otras erradamente, impone como un patrón a seguir, unos cánones escritos con tinta invisible sobre una pesada losa de mármol cuyo peso en ocasiones se torna insoportable. Asistimos constantemente a esa lucha encarnizada y perpetua entre el bien y el mal, los dos antagonistas por excelencia que se unen -y encajan- para formar el puzle de la esencia humana, en la que sucesivamente se yerguen victoriosos o vencidos según el uso que se haya hecho de las dos armas más seguras y eficaces de las que dispone el ser humano, que son el sentido común y el domino de sí mismo.
«¿Cuál será hoy el papel que tengo que desempeñar en esta mi particular tragicomedia? ¿protagonista? ¿antagonista? ¿ambos quizá?», pienso mientras escribo estas últimas palabras, alzando la vista y fijando la mirada sobre el reloj que pende de una de las paredes de mi habitación, observando las manecillas moverse imperturbables, señalándome el avance inexorable del tiempo ajeno a todas las miserias y virtudes humanas, a todos sus anhelos y ambiciones. «Si fueses una persona nadie se fiaría de ti, pues cada vez que te preguntan contestas algo diferente», reflexiono divertido, aunque sin olvidar el hecho grave que se esconde tras la broma. «Como sea, ni yo mismo sé si al final del día podre proclamarme victorioso o vencido en esta marabunta de inquietos pensamientos, los mismos que me brindaron la inspiración para componer estos versos que un día vieron la luz:
Discrepantes y aún entrelazados
como el sol brillante y la blanca luna,
la buena ventura y la vil fortuna,
la noche briosa y los días hastiados,
cual muchedumbre de seres aislados
que vagando sin esperanza alguna,
revelan los miedos que su alma acuna
y en su abatimiento viven sitiados.
De esta suerte antagonista y obligada,
cohabitan inquietos pensamientos
bajo aquesta turbulenta morada,
siempre librando arduos enfrentamientos
que a mi dama triste, oscura y velada
correrán a entregarle sus alientos».
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Siempre se puede volver al punto medio si decides mirarte desde un punto fuera dónde tus emociones no te controlan. Aprender el arte de la meditación me ha ayudado a ser más conciente de la persona que me gusta ser. El equilibrio siempre ha sido para mí el ideal. Se que por naturaleza soy un ser emocional pero no me gusta darle el control a mis emociones 😉.
Controlar las emociones… ese es el punto. Gracias por comentar Lizú, un abrazo 🤗
Qué razón tienes!!
La moneda tiene dos caras,verdad??Pues no hay nada en la vida que no tenga un sentido opuesto,como en las monedas…
Hola mamá,
Que buena analogía, la cara y la cruz de una moneda. Me ha gustado mucho.
Cuidaos mucho y seguimos hablando.
Un beso,
Hola Jesús,
En tu reflexión lanzas una pregunta al aire ¿Pueden existir el uno/a sin el otro/a?. La respuests como ya sabes es «NO».
Vivimos rodeados de antagonismos, tu mismo has enumerado algunos de ellos, y para que la vida tenga sentido tiene que haber antagonismos. Tienen que haber momentos malos ,que son lecciones que nos da la vida, de los cuales siempre aprendemos algo y momentos buenos que son mucho más valorados tras los malos. Podríamos decir que los antagonismos son «la sal de la vida».
«En pocas palabras el antagonismo es inevitable y debe ser regido por el principio de causa-acción-reacción-efecto».
Pablo Felipe Pérez Goyry
Que pases buena tarde y hasta la próxima lectura. Cuídate mucho y nos vamos siguiendo 🙋🏻♀️🤗👍
Hola María,
Acertada como siempre en tus comentarios, y me quedo con lo que dices de los antagonismos: «los antagonismos son la sal de la vida».
Por cierto, tienes una brillante manera de cerrar tus comentarios, recurriendo a citas de personas célebres.
Que tengas una muy buena semana, nos leemos 😉
Me ha encantado como siempre leerte, Jesús. Pareciera que estamos rodeados siempre por dos fuerzas. Me recuerda un poco al «Yin y al Yang ☯️» ¿Pero que pasa cuando buscamos el equilibrio? Allí está la clave para mí 😉.
Saludos y un fuerte abrazo, Jesús 👋🏻👩🏻🦰
Hola Lizú,
A mí me ha encantado verte por aquí y que me leas. Sabes que para mí es un placer.
Con respecto a la mención que haces del Yin y el Yang, acertadísima, añadir que efectivamente éste se refiere a todo lo antagónico, pues describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas.
¿Y crees que puede haber un equilibrio? ¿Existe ese equilibrio o siempre ha de predominar algo sobre algo?
Un saludo Lizú, cuídate mucho y estamos en contacto 🙋🏼♂️🤗
Maravilloso como siempre!! 😊😘
De sobra sabes que tu opinión es importante para mí, y me congratula que te haya gustado esta reflexión.
Gracias,
😘😘