Microrrelato

Estrellas y mariposas

Por Jesús García Jiménez
—Cuando miro arriba, hacia las estrellas, y pienso en el espacio infinito que se abre tras de ellas, es cuando más consciente soy de la pequeñez humana, y es también cuando me pregunto cuál es el sentido de la vida— dijo de repente, rompiendo el silencio con un tono de voz tranquilo, pausado, como en una ensoñación. Estábamos sentados con la espalda apoyada en un pequeño murete, a los pies de un lago de aguas calmas, la silueta de las románticas ruinas de un castillo medieval se adivinaban a lo lejos, flanqueada por las imponentes montañas que custodiaban la magia y el misticismo guarecidos en aquellos parajes. Sobre nosotros, un espeso manto estrellado, excepcionalmente majestuoso y expresivo, arropaba nuestros pensamientos y acogía nuestras miradas. —¿Los puntitos de ahí arriba te hacen filosofar o es que estás en los comienzos de una crisis existencial? — dije yo bromeando, con una sonrisa dibujada en mis labios. En el silencio que siguió a mi respuesta pude adivinar la seriedad pretendida en sus palabras, de modo que intenté darle una respuesta acorde a la profundidad de su reflexión. —Como yo lo veo, el sentido de la vida depende de cómo percibimos el mundo— le respondí, a lo que ella replicó: —Yo creo que el mundo es determinista, y que todos los acontecimientos y acciones humanas ya están predeterminados; actuamos de un cierto modo porque tenemos que actuar así. Estamos programados— dijo ella, con la mirada perdida en el firmamento.

—Bueno—, continué yo, —quizá muchos encuentren consuelo en el hecho de que todo está escrito y que todo pasa por algo, que todo tiene un porqué. ¿Cuánta gente hay alrededor del mundo que sobrelleva mejor los sinsabores de la vida porque piensa que es la voluntad de Dios? Todo es por la voluntad de Dios, de modo que nosotros no tenemos que pensar, simplemente existir. De todo lo demás se encarga Él. «¡Qué profundidad de riqueza, de sabiduría y de ciencia la de Dios! ¡Qué incomprensibles son sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!». —O también puede ser deprimente y desesperanzador, porque entonces, ¿para qué estamos aquí? ¿Acaso sólo somos simples marionetas? —respondió ella, ahora sí, mirándome a los ojos. 

—Tú sabes que yo soy hombre de ciencia, y creo firmemente en ella, porque ha demostrado ser una forma confiable para abordar preguntas acerca del mundo físico. Pero también es verdad que, precisamente como hombre de ciencia que soy, más de una vez me he preguntado si su capacidad para brindarnos respuestas es realmente ilimitada, si no esperamos demasiado de la ciencia al intentar responder a través de ella las grandes preguntas del ser, las referidas a cuestiones existenciales de porqué estamos aquí, para qué, hacia dónde vamos, de dónde venimos, etc. Y es precisamente para estas cuestiones que podría tener una respuesta: no hay evidencia de que el Universo tenga un propósito, un porqué o un para qué, y por lo tanto, no tiene sentido tratar de establecerlo para nosotros mismos, que no somos otra cosa que una consecuencia de la evolución del universo. 

—Es una teoría, sí, pero si por algo se caracteriza el ser humano es por su ego— dijo mientras sonreía y lanzaba pequeñas piedrecillas al agua. El sonido que producían era lo único que rompía, momentáneamente, la profunda quietud y el espeso silencio que todo lo envolvía.  —No soporta, mejor dicho, no soportamos estar controlados. Necesitamos el poder, saber que tenemos el control y la capacidad de decidir sobre nosotros mismos. Quizá sea eso… Cuando las personas comienzan a entender que no hay un propósito ni un porqué, es cuando pierden el norte y la ilusión, y es entonces cuando aparece la desmotivación, la apatía, la depresión. Y como no, las crisis existenciales, gracias a las cuales han corrido ríos de tinta filosófica tratando de explicar aspectos que puede que no tengan explicación—. Ahora, su tono era resignado, en su cara se dibujaba una sonrisa triste, y su mirada era melancólica pero intensa, cual si tratase de buscar una respuesta a su pregunta en el tapiz que formaban las estrellas.

—Schopenhauer dijo que «eres libre de hacer lo que quieras, pero no de querer lo que quieres». Y yo no podría estar más de acuerdo. Puedes hacer lo que quieras, o al menos eso creemos, pero lo que quieres está fuertemente influenciado por la sociedad en la que vives. ¿Acaso crees que alguien que vive en un país tercermundista, cualesquiera, aspira a querer lo mismo que puedes querer tú, que vives en un país rico y desarrollado? Claro que no. En definitiva, tu sino está sellado. Míralo de este modo: actúas en función de lo que quieres, pero quieres en función del mundo en el que vives. De ese modo, actúas según el orden establecido, y podría decirse entonces que no somos más que marionetas intentando romper los hilos, pero solo eso, intentándolo—. Tras mis palabras, ella asentía levemente, como asimilándolo. Su perfil quedaba dibujado por la tenue luz que nos envolvía, y su cabello era acariciado por la suave brisa que revoloteaba alegre, ofreciéndonos su compañía.

—Solo así tienen sentido las palabras de Jorge Santayana— dijo al cabo ella, tras una larga pausa que yo no quise interrumpir. —«La vida no está hecha para comprenderla, sino para vivirla». Aunque en realidad, no sé si la vida no podemos entenderla porque circulamos a través de ella como lo hace un tren sobre las vías, sin poder salirse de ellas, o porque es demasiado compleja y realmente no tiene una explicación—. Yo la miraba, me deleitaba podría decirse, oyéndola discurrir y ampliar sus razonamientos. —Creo que no hay un mejor escenario para la teoría del caos que la vida misma, donde es imposible predecir con precisión y a largo plazo los efectos de ciertos eventos, comportamientos, actos… Se requiere de una exactitud imposible de conseguir debido a la inmensa cantidad de variables implicadas. Y esa afirmación tan famosa que todo el mundo conoce y a la que se le suele dotar de un toque místico, esa de «el simple aleteo de una mariposa puede provocar un huracán en el otro extremo del planeta», no es sino una metáfora de la realidad si consideramos que un cambio insignificante puede dar lugar a enormes e inesperadas consecuencias, aunque sean a largo plazo y en la otra punta del universo. 

—¡Wow! Muy buen razonamiento, me gusta— dije yo, sonriéndole complacido y mirándola fijamente a los ojos, a lo que ella respondía con una sonrisa satisfecha y una mirada intensa, retadora: «Tu turno, sorpréndeme», parecía decirme. —Estoy de acuerdo contigo— continué, —de hecho, en física existe el «principio de incertidumbre de Heisenberg», que básicamente, lo que dice es que no es posible medir simultáneamente y con precisión absoluta el valor de la posición y la cantidad de movimiento de una partícula; lo más que puede hacerse es predecir estos valores mediante la probabilidad. E inevitablemente surge la cuestión de que si no puede predecirse el comportamiento de las partículas que estudia la física cuántica, ¿cómo vamos a predecir el comportamiento de una persona y, por ende, su destino? 

La noche estaba clara, las estrellas refulgían; aquel cielo negro plagado de puntos luminosos parecía querer desvelarnos los misterios del universo, parecía estar más cerca de nosotros de lo que estaría en cualquier otro lugar del orbe. Fue ella quien tomó la palabra para romper el silencio, mientras miraba en dirección a las ruinas de aquel castillo, todavía imponente. —Parece que el ser humano ha llegado a su límite intelectual y estamos condenados a depender de las máquinas y de su inteligencia artificial, porque posiblemente no será hasta que las computadoras se desarrollen lo suficiente y sean capaces de albergar sistemas de medición lo bastante potentes como para tener en cuenta y analizar todas las variables posibles, que se pueda comenzar a comprender el universo, y puesto que el ser humano es una consecuencia evolutiva del universo, también se podrá predecir su comportamiento y su futuro. ¿Te imaginas? Se podrá predecir a largo plazo cualquier acontecimiento y sus consecuencias dentro de miles de años en el otro extremo del universo, y entonces la teoría de incertidumbre de Heisenberg ya no tendrá sentido, y la teoría del caos pasará a ser la teoría del orden y la perfección, y podrá saberse qué efectos tendrá el aleteo de una mariposa en el espacio y el tiempo. 

Tenía razón. Con el poder de las supercomputadoras ya no habría secretos. Pero, ¿estaría el ser humano preparado para que se abrieran de par en par ante su cerebro no evolucionado las puertas del conocimiento del universo? Probablemente no. Sería demasiada información que digerir, demasiadas incógnitas resueltas, una física nueva, unas matemáticas nuevas, en definitiva, una ciencia nueva y desconocida. Y lo peor de todo, la humanidad dependería de la inteligencia artificial de máquinas impersonales, sin sentimientos ni emociones. —Bueno—, dije al fin, —quizá lo único que sabemos a ciencia cierta es que realmente existimos, estamos aquí cumpliendo un ciclo biológico, porque somos parte de la evolución de la especie. Nada más. «Pienso, luego existo», como dijo el gran Descartes. 

—El disgusto que se llevaría Descartes si supiera que hay gente que existe, pero no piensa…— dijo ella, y acto seguido rompimos los dos a carcajadas. 

La imagen del texto corresponde a la nebulosa planetaria bipolar NGC 6302, situada en la constelación de Scorpius, a una distancia de 3.400 años luz de la Tierra. Debido a su forma, es también conocida como nebulosa de la Mariposa, y es una de las regiones planetarias más complejas que se conocen.

Foto: NASA / ESA / HUBBLE SM4 ERO TEAM

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5 comentarios

  1. Karen Gottlieb

    Muy interesante este micro relato sobre la existencia humana, sobre nuestro rol en las sociedades actuales y el papel que juega el libre albedrío.
    Haciendo propio las reflexiones existencialistas de Sartre “nous sommes nos actes” puedo decir que es muy difícil para muchas personas y culturas adherir a este pensamiento porque implica una reflexión retrospectiva e interna muy profundas. Y lograr hacernos cargo de nuestras acciones, asumir nuestra responsabilidad como actores sociales dentro de una sociedad, nos hace libres, autónomos y muchas veces el pensamiento crítico, propio, autónomo genera ciertos malestares en los presupuestos de una sociedad.
    ¡Muy buena tarde de sábado Jesús!
    Karen

    1. jgarcia

      Hola Karen,
      Yo no podría estar más de acuerdo contigo. Tan de acuerdo que poco o nada tengo que añadir.
      Estoy encantado de que te gusten mis textos, y es un honor que personas como tú se tome mi el tiempo de leerlos y de comentarlos.
      Muchas gracias, y no seguimos leyendo 😉

  2. Haha también he reído al final! 😆🤭

    Me encanta la filosofía y siempre me ha encantado estudiarla por mi cuenta. Pero
    Sabes, me siento identificada con ambos personajes. Antes era una fiel creyente de la ciencia de Dios, pero cuando uno despierta a la verdadera ciencia dónde todo puede ser cuestinado, estudiado, analisado y comprobado hace que todo tenga sentido. Porque la ciencia de Dios funcionaba en los tiempo antiguos dónde la falta de información te hacía que te sujetaras a la fe, sometiendote a ella. Pero hoy en día es diferente. Ahora ya somos analíticos y podemos tener un criterio propio a base de las evidencias. La fe puede seguir existiendo pero ya no como única opción.

    Me encantan las palabras de mi querido Carl Sagan:

    «Las afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria»

    Las evidencias son las fuentes y únicas pruebas que tenemos para encontrar verdades, sino uno vive creyendo en magos, charlatanes, brujos, falsos profetas, hermosas mentiras y hasta en fantasías. 😅

    Que porciento no es que esté en contra, solamente que desde mi perspectiva cambiaron muchas cosas. Mi Dios y su ciencia se transformaron. Es tan diferente a lo que me enseñaron… y ese tesoro me lo reservo porque eso es parte de tu descubrimiento una vez que despiertas en este mundo. 😉

    Gracias Jesús por tu bella historia y palabras. 🌌 Me encanta leerte. Un fuerte abrazo cósmico hasta donde estés.

    1. jgarcia

      Hola Lizú, gracias a ti por leerme y por visitar mi blog. Tu respuesta, como siempre, profunda y cargada de filosofía. Y estoy muy de acuerdo contigo, cada uno descubre la fe a su manera y se construye su propia religión: yo tengo la mía, con sus dioses y sus demonios, pero muy diferente de la religión predicada durante tantos siglos y que tanto daño ha terminado causando a las personas sometidas a esa fe falsa y cruel.

      Gracias de nuevo por seguir mis creaciones, para mí es un placer que me leas y tener tus comentarios en el blog. Un saludo y cuídate mucho. Nos leemos! 😉

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