El crimen de las runas
— ¡Vamos! No te quedes atrás. Ahí no hay nada que mirar. No te pares que el sol ya está asomando y la calor aprieta—. Pero el chico, quieto como una estatua, hacía caso omiso a las palabras de su padre, que, agarrando el cabestro del mulo, caminaba con paso …